Una limpieza (o tartrectomía) consiste en la eliminación de cálculo dental o masa mineralizada adherida a los dientes para lograr una limpieza dental, con ultrasonidos e instrumentos odontológicos especiales.
Esta puede ser coronal (que es la limpieza convencional), que consiste en la eliminación de cálculos supragingivales (por encima de la encía, es decir, la parte de diente que vemos), que suele hacerse periódicamente (los odontólogos recomiendan una limpieza cada seis meses como profilaxis), para así poder eliminar la acumulación de cálculo dental (sarro), depósitos blandos (placa dental) de difícil acceso o algunas manchas superficiales o tinciones producidas por café, te o tabaco entre otros.
En cambio hay otro tipo de limpieza llamada como raspado radicular o curetaje, que consiste en la eliminación de cálculos subgingivales (es decir, por debajo de la encía). Este tiene como objetivo poder eliminar el sarro que se acumula en estas superficies para así poder alisarlas y dejarlas libres de impurezas, por lo que se dificulta la posterior adhesión del sarro en la raíz.
Estos tratamientos, que como hemos podiso ver no son lo mismo, nos ayudarán tanto a prevenir una inflamación de los tejidos con su correspondiente sangrado, así como, la pérdida de los tejidos dentales como encía o hueso.